viernes, 10 de febrero de 2012

Retales de noches en vela



En ese instante lo comprendí todo, estábamos tumbados en aquella inmensa cama que nos ataba a la vida, en todo su sentido. Con las ojeras tapando nuestras mejillas y dejando atrás una eterna noche sin nombre. Como cuando jugábamos a rompernos el alma, y tú siempre acababas con todos los pedazos. Como cuando gritábamos al unísono para que el dolor, compartido, fuera más ameno. Éramos fuertes, pero incapaces. Quizás siempre nos faltaron razones. Respirábamos por no morir, soñábamos por no vivir. Julio pasaba tan rápido como aquel tren rumbo a Barcelona que nunca llegó a su destino. Como aquellos billetes que cayeron en un andén en la vieja estación. Julio pasaba tan rápido... que nuestra vida fue muerte, y nuestra muerte vida.