viernes, 23 de marzo de 2012

"Ahí fuera sólo hay muerte"

Encerrados en un cuarto oscuro, sin más planes que respirar y dar sorbos a una copa de ron. Ahogados entre tanta nada, entre tanto vacío. Donde vivir se reduce a morir lentamente, donde los días son noches, donde las noches son días. Donde las manecillas se mueven a contrarreloj señalando horas desiertas, encarcelando nuestra vida. Inhalando aire y dejando nuestras esperanzas zarpar a un rumbo desconocido. Soñando despiertos y despertando con sueños por cumplir. Buscando un aliento donde sólo encontramos rencor, hablando con el corazón, y con los labios sellados...



viernes, 10 de febrero de 2012

Retales de noches en vela



En ese instante lo comprendí todo, estábamos tumbados en aquella inmensa cama que nos ataba a la vida, en todo su sentido. Con las ojeras tapando nuestras mejillas y dejando atrás una eterna noche sin nombre. Como cuando jugábamos a rompernos el alma, y tú siempre acababas con todos los pedazos. Como cuando gritábamos al unísono para que el dolor, compartido, fuera más ameno. Éramos fuertes, pero incapaces. Quizás siempre nos faltaron razones. Respirábamos por no morir, soñábamos por no vivir. Julio pasaba tan rápido como aquel tren rumbo a Barcelona que nunca llegó a su destino. Como aquellos billetes que cayeron en un andén en la vieja estación. Julio pasaba tan rápido... que nuestra vida fue muerte, y nuestra muerte vida.

viernes, 27 de enero de 2012

Olvidado entre cenizas


Siempre quiso pasear por las rectas calles de Manhattan, y sentarse a leer el periódico mientras daba sorbos a una diminuta taza de té. Quería sentirse libre, libre de todas aquellas reglas y barreras que limitaban su vida. Le habría encantado cambiar su piso de mala muerte por una pequeña casa en las afueras de Washington, o California quizá.
Le gustaba sentarse en su desgastado sillón, frente a un gran cuadro pintado al óleo, con vistas a la Torre Eiffel, aquella que nunca tuvo oportunidad de ver con sus propios ojos. Volvía tarde a casa, para hacer creer a la gente que tenía algo mejor que hacer que sentarse en el viejo banco de un parque y dedicarse a tirar pedazos de pan al suelo, con la intención de que algún pajarillo acudiera a saludarle con su dulce trinar. No estaba cuerdo, al menos no del todo, pero había vivido en su realidad, una realidad oculta tras alcohol y sedantes.
Tal vez, a él le hubiese fascinado poder escribir un libro, relatando cada detalle de sus miles de viajes por todos los rincones del mundo, o de la cantidad de bares en los que podría haberse parado a tomar cafés. Tal vez... pero puede que ahora ya fuera en vano, puede que detrás de aquella fachada que ellos se dedicaban a apedrear sin compasión, los ladrillos ya estuvieran cayendo uno a uno, desde hacía tiempo, robándole la vida.

lunes, 23 de enero de 2012

De trozos de perfección imperfecta


Quizás su problema fuera no haber tenido nunca la ocasión de pararse a contemplar la luz del sol.
Vivía entre relojes y carreteras, aprisionada por una realidad que sólo ella podía ver. Consumía todo su tiempo en dar largas caladas a cigarros, o en revisar informes y proyectos olvidada entre litros y litros de café. Escondía sus palabras tras un carácter sumiso, y cerraba la puerta al mundo para ausentarse de su alrededor. Rechinaba los dientes mientras escupía rencor por las grietas de sus labios, y gritaba, gritaba desmedidamente su rabia hasta quedar sin aire en los pulmones. Su vida estaba repleta de mentiras y engaños inocultables, y creada a partir de trozos de perfección, perfección imperfecta.
Ansiaba ser el modelo de mujer anhelable por todos, sin caer en la cuenta de que su vida se consumía mucho más rápido que aquel largo cigarro, que ahora era sólo papel, papel que se convirtió en cenizas...